viernes, 31 de julio de 2009

DESORIENTACIÓN SOBRE CUESTIONES SEXUALES (Opus Dei)

Por G.L. Recibido el 23-7-2003
He leído en mails de los últimos tiempos la poca orientación o más bien la desorientación que en la obra se nos ha dado sobre cuestiones sexuales. Y digo desorientación porque con el paso del tiempo he podido comprobar los "conflictos" que se crean en personas sanas y que quieren vivir su sexualidad con naturalidad.Recuerdo una convivencia a la que asistí junto con otras numerarias que nos dedicaríamos a la formación de supernumerarias.
En ese entonces yo estaba en el centro de estudios. Se nos habló de varios temas: cómo llevar las charlas y orientar a mujeres casadas. Pobres señoras que estarían en manos de numerarias que apenas teníamos 22 años!!!! Recuerdo que llegó el momento de tratar el tema de la sexualidad y se nos explicó que leeríamos unos documentos internos que nos aclararían "criterios" para esta formación. Se nos advirtió que por "la delicadeza del tema" no haríamos comentarios y que si algo quedaba sin comprender, lo consultáramos después en forma personal con nuestra directora. La mayoría de las explicaciones estaban en latín.
Yo había estudiado esta lengua en el colegio y también el la facultad, por lo que muchas frases me resultaban claras pero otras no tanto. La verdad es que no sé qué habrán comprendido las demás, porque el nivel de latín que estudiábamos dentro, sólo alcanzaba para entender las oraciones que rezábamos habitualmente (y esto para quienes tenían intención de comprender). Obviamente no pregunté nada, ni en ese momento ni después. Siempre me pareció exagerada la anécdota de Escrivá tirando la llave del piso que le habían facilitado para que se escondiera durante la guerra. Todo porque había allí una empleada joven. Nunca comprendí por qué se lo daba como ejemplo de pureza. Más bien lo contrario: cómo un sacerdote tan plantado como él se iba a "lanzar" sobre una empleada porque estuvieran a solas?. ¿Dónde estaba la voluntad que en grado heróico decía vivir? Recuerdo también haberme encontrado después de varios años de salir, con algunas chicas que habían estudiado en colegios de la Obra.
Les llevó años poder vivir con naturalidad muestras de afecto con sus novios. Todo lo vivían con mucha culpa. Un capítulo aparte era el uso de trajes de baño. En una oportunidad asistía a un curso anual (este tema merecería un capítulo aparte) que no tenía piscina, por lo tanto concurríamos a una playa para bañarnos en el mar. Se nos explicó que iríamos a algún lugar alejado para no coincidir con mucha gente (¡cristianos corrientes en medio del mundo!...) Debíamos usar algo encima para no exponer el cuerpo a la vista de las demás (obviamente, no cuando entrábamos al agua). Imagino el espectáculo que debíamos dar un grupo de personas jóvenes y otras no tanto, con una suerte de túnicas al mejor estilo griego. Una de esas veces coincidimos (oh, casualidad) con otro grupo de jóvenes (todos ellos numerarios, según advertimos después) que estaban en el mismo plan que nosotros.
Ellos tuvieron que levantar campamento porque había llegado la sección femenina. También nos sugirieron que nos agrupáramos de a pocas para no llamar la atención. Y vaya si la llamábamos todas sentaditas, leyendo algún libro (debieron pensar que eramos las asociadas de alguna biblioteca itinerante). El respeto por el cuerpo se entendía de un modo muy particular. Había que mortificarlo, ocultarlo y si era posible quitarle todo atractivo. Con el paso del tiempo fui notando que comíamos alimentos que engordaban mucho y eso se traslucía en nuestro aspecto. Mujeres que habían entrado a la obra con muy buen aspecto, adquirían un aire de "matronas romanas". Claro está que el paseo semanal y la excursión mensual no bastaban para que el físico se ejercitara lo adecuado. Siempre estaba el recurso de encontrar alguna amiga con la que hacer apostolado y salir a jugar un poco de tennis, porque tampoco recuerdo haber ido a patinar o esquiar (demasiada frivolidad). Capítulo aparte merecen los cortes de pelo. Nadie iba a una peluquería para cortarselo. Era una falta de pobreza. En el centro de estudios había una de nosotras que había adquirido bastante destreza con las tijeras y cada tanto "abría su peluquería El Rulo Loco" y varias pasaban por allí.
También había otras que se animaban con las cabezas de las demás. Una vez, una quedó en un estado tan lamentable, que su madre supernumeraria la mandó de inmediato a su peluquera para que le arreglara semejante desastre. Se le permitió dado la situación de su madre, de otro modo hubiera tenido que esperar a que le creciera la cabellera. También había quien ejercía de peinadora oficial. Algunas de las que estaban en el centro de estudios (en cargos directivos) pasaban a peinar a otras de la asesoría regional, que no eran muy diestras en manejar su propria cabeza (¿sería una señal y una no supo verlo en su momento?).

Opus Dei Valladolid

Encuentro y libertad de expresión

Cristianos Homosexuales


jueves, 30 de julio de 2009

Parejas de santos homosexuales


Primeros siglos del cristianismo

En los primeros siglos del cristianismo se pueden encontrar varias parejas de santos que –algunos estudiosos– catalogan de homosexuales. En su mayoría surgen en las filas del ejército romano, para quienes el sexo con otros hombres era parte de su vida cotidiana. La mayoría de estas parejas fueron martirizados por los emperadores o sus gobernadores, pues consideraron su conversión al cristianismo como traición contra el imperio.
Entre estos mártires se encuentran: los oficiales romanos San Nearco y San Polieucto; los dos San Teodoros (oficiales romanos de diferente categoría, pero amantes al fin); San Felipe y San Bartolomé, y San Jorge y San Demetrio (quienes al menos artísticamente formaron pareja, aunque no existen referencias escritas de “algo más”).También se incluyen Santa Felícitas y Santa Perpetua, la primera esclava y la segunda noble romana, de las que se señala su gran masculinidad guerrera y su intrínseca unión sentimental.
En este artículo nos centraremos en San Sergio y San Baco, dos mártires cristianos del siglo III. Ellos eran altos funcionarios del emperador Maximiano, quien descubrió –por medio de una treta– que profesaban el cristianismo y los mando a matar. No sin antes torturarlos como reprimenda por haber traicionado su amistad y confianza.Se dice que la tumba de Sergio se volvió un lugar de culto, estaba ubicada en Resapha, en la actual Siria, que luego fue bautizada como Sergiopolis. Estos dos santos se convirtieron protectores del ejército bizantino.Muchas iglesias adoptaron el nombre de Sergio y algunas incluso junto con el de Baco.
En el gobierno del emperador Justiniano I a San Sergio se le veneró como patrono en Siria. Después, parte de las reliquias de ambos fueron trasladadas a la antigua catedral de Venecia.Durante la Edad Media, la relación afectiva de Sergio y Baco se presentó como una simple unión de hermandad y mutuo respeto.
En la actualidad se consideran a San Sergio y San Baco como los patronos de los homosexuales para de los cristianos ortodoxos, en contraste con San Sebastián, de los católicos.

BLOG CON TEMAS GAY

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Piquiatras Opus Dei

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LA HOMOSEXUALIDAD: UN DEBATE ABIERTO

GAFO Javier, (ed.) LA HOMOSEXUALIDAD: UN DEBATE ABIERTO (Bilbao, Desclée de Brouwer, 1997). 267 pp.

El fenómeno humano de la homosexualidad se encuentra en el elenco de las cuestiones disputadas más candentes de la época contemporánea. Así lo demuestran los continuos debates a que asisten muchas sociedades, sobre todo cuando se trata de la aprobación de leyes que legitiman las uniones homosexuales, la igualdad de los derechos de las parejas homosexuales respecto de las parejas heterosexuales, y la posibilidad de adopción de hijos por parte de las parejas homosexuales. La discusión y el debate se tornan más candentes aún cuando nos encontramos posturas tan encontradas entre sí, como pueden ser las asumidas por el magisterio ordinario de la Iglesia y las de aquellos grupos y movimientos que luchan en pro de la defensa de la igualdad de los homosexuales en el ámbito de la sociedad. Dentro de este debate se inscribe el aporte de la edición de Javier Gafo, director la Cátedra de Bioética de la Pontificia Universidad de Comillas, en Madrid.
La obra de Javier Gafo es una miscelánea en colaboración, en la que intervienen cinco especialistas, que abordan la homosexualidad desde diferentes ópticas con miras a obtener una visión global de la misma. El punto de partida de la obra es el reconocimiento de que la homosexualidad es un fenómeno humano que sigue siendo problema, pues en torno a él siguen habiendo puntos oscuros sobre los que la ciencia no ha logrado poner luz. Tal es el hecho, a modo de ejemplo, de la etiología de la homosexualidad. En efecto, sobre el origen de la homosexualidad hay sólo teorías e hipótesis que no tienen un carácter concluyente desde el punto de vista científico. Desde S. Freud hasta nuestros días, la homosexualidad ha pasado por "etiquetas" que la han considerado desde una patología, anomalía psíquica y una aberración moral, hasta una condición que surge desde la exuberancia de la sexualidad humana y su posibilidad de darse a través de múltiples manifestaciones.La obra consta de cinco interesantes intervenciones. Ante un libro de esta naturaleza surge una necesaria pregunta: ¿ha habido innovaciones respecto de lo dicho hasta ahora sobre la homosexualidad? Esta pregunta no es susceptible de ser respondida con un "sí" o un "no". Es más adecuado afirmar que la obra en cuestión tiene la particularidad de integrar, en una visión de síntesis, los lugares comunes en torno a la homosexualidad con los nuevos avances que se han dado en esta materia en el ámbito de la investigación científica. Las cinco intervenciones, sin embargo, tienen en común la novedad de presentar la realidad humana de la homosexualidad integrada en una visión mucho más amplia, como lo es la realidad humana en general y del comportamiento sexual humano en particular. Por esta razón, lejos de ofrecer un saber fragmentario y estanco sobre la homosexualidad, yo creo que la obra tiene una pretensión de síntesis, aún y cuando se trata de una obra en colaboración."El debate psicológico sobre la homosexualidad", por Carlos Domínguez, presenta la homosexualidad desde el punto de vista de la psicología en general y desde el psicoanálisis en particular. Esta intervención tiene el mérito de intentar rescatar lo más genuino del pensamiento de Freud en torno a la homosexualidad, al tiempo que mostrar que no es Freud el padre de lo que se ha dado en llamar homofobia, en el ámbito social contemporáneo. Resulta interesante, a propósito de la homofobia, cómo el autor destaca que los sentimientos homo fóbicos se corresponden al miedo latente que la persona tiene de ser homosexual… "Biología del comportamiento sexual humano: genética y homosexualidad", es el título de la colaboración de Juan-Ramón Lacadena, en el que intenta mostrar cómo la genética y la biología ofrecen valiosos aportes para la comprensión del fenómeno humano homosexual, desde las bases biológicas, las más fundamentales del ser humano. Ana Gimeno, desde su intervención "Homosexualidad e intimidad", trata de destacar el concepto de intimidad como un modelo de relación al que aspira –y está llamado- todo ser humano y cómo es vivida la intimidad desde la realidad de la condición humana homosexual.Mención aparte merece la intervención de Javier Gafo, "Cristianismo y Homosexualidad", en la que destaca, en una visión de síntesis, qué es lo que se puede decir, desde la visión cristiana, en torno a la homosexualidad. En esta visión de síntesis se integran los datos de la Sagrada Escritura y de las intervenciones del magisterio ordinario de la Iglesia, desde la aparición de la Declaración "Persona humana", en 1975. Es importante destacar que Javier Gafo hace un cometario de los textos de la Sagrada Escritura que tradicionalmente han sido aducidos como condenatorios de la homosexualidad, llegando a la conclusión de que sólo tres textos son susceptibles de ser considerados como condenatorios de la homosexualidad (Los dos textos del libro del Levítico y el de la Carta a los romanos, donde se incluye la homosexualidad femenina). Creo que la visión de Javier Gafo, sin "ir más allá" de lo dicho por "la oficialidad", resulta de utilidad, por un lado, para ver "el estado de la cuestión" en torno a la visión cristiana de la homosexualidad y, por otro lado, como un medio de mostrar al colectivo gay que la visión cristiana no tiene para la homosexualidad, como última palabra, la condenación.Finalmente, la colaboración de José Luis Trechera, "Los homosexuales vistos por sí mismo: Datos y conclusiones de una muestra española", constituye el producto de una investigación de campo, con base a una encuesta realizada a personas homosexuales en España. El trabajo resulta interesante si se considera la importancia de los datos empíricos en el debate en torno a un problema. Sin embargo, tiene la limitación de ser un "estudio de campo", sujeto a una zona geográfica específica y con un número determinado de personas en una época y contextos también determinados.La obra de Javier Gafo, aparte de todos los méritos de los que puede ser merecedora, pone de manifiesto que la homosexualidad sigue siendo un "debate abierto", en donde se exige que las posturas asumidas no padezcan del reduccionismo intelectual que imponen los prejuicios, así como las opiniones que no nacen de una investigación y sistematización metodológicas, sino de un pensamiento que tiene más de visceral que de intelectual.


Gay en el Opus Dei

Un familiar mio me recomendó que fuera por un centro de la Obra. Aunque el ambiente no me enganchó en absoluto, ya que lo encontraba muy postizo y superficial, sí empecé a ir a estudiar por allí porque en el club de Madrid al que yo iba había una buena y silenciosa sala de estudios. Me empezaron a llamar a mi casa los del centro, diariamente, para que fuera por allí más a menudo. Me presentaron al cura, Don José Gil, un andaluz, que me cayó muy bien, dicharachero, abierto… además me gustaba estar estudiando y de pronto hacer un alto en el camino y pasarme por el Oratorio y pasar unos momentos junto al Señor.

Aunque había cosas que no me gustaban, (la obesión patológica por la pureza, el clasismo, la utilización de las personas: a los pobres en las “visitas de pobres”, a los amigos para que vengan al centro…) la idea de servir a Dios y a los hombres me entusiasmó y sobre todo sin tener que ser cura. Así que pité en un UNIV.

Siendo miembro numerario empecé a darme cuenta de que todas las preocupaciones y trabas que ponían para tratar con las chicas, a mí me parecían una exageración. Soy una persona muy alegre y extrovertida, y contactaba facilmente con chicas y chicos en la Facultad, por eso me parecia una parida eso de “entre caballo y caballero: caballo” en el trato con las chicas. Paulatinamete me di cuenta de que sentía atracción hacia personas de mi mismo sexo. Imaginaros amigos y amigas la lucha interior que se desarrolló en mi conciencia.



Yo considero que la Biblia contiene numerosas exigencias éticas pero las exigencias que se presentan no se centran primariamente en el plano de la sexualidad, sino que el verdadero centro de gravedad, se situa en una adecuada relación con el único Dios y en la justicia interhumana. Es lo que expresará Jesús al afirmar los dos mandamientos principales de la ley y al subrayar la identidad de los dos preceptos del amor a Dios y al prójimo. El que así piensa es Don Javier Gafo, sacerdote jesuíta. “Cristianismo y Homosexualidad” Ed. Desclée de Brouwer. Por desgracia no todos en la Santa Madre Iglesia tienen una actitud de igualdad, respeto, toleraciancia y amor a las personas indipendientemente de cual sea su orientación sexual, y en el Opus Dei no había sacerdotes como don Javier Gafo sino todos estaban cortados en el mismo patrón.
Y allí estaba yo todo el día cubriendo mi cama con agua bendita y pidiendo a Dios que alejara de mi aquella sensación que me hacia tan infeliz. Yo no hacía más que pedirselo a la Virgen, que yo quería ser “normal” como “todos” mis compañeros. Yo repetía la jaculatoria “si vis potes, me mundare”, una y otra vez, sobre todo cuando me acercaba a comulgar. Fomenté mucho la piedad al Santisímo Sacramento y me recorrí los principales Santuarios marianos de Europa pidiendo a cada advocación de María en cada país mi “curación”: el Pilar, Lourdes, Fatima, y otros en Italia, Suiza, Austria, Baviera, Polonia….. en fin, creía que la Obra me daba unos instrumentos para poder luchar contra esa sensación que tanto me aturdía que tenía dentro de mí (que no era otra cosa que el ser homosexual).

Mientras tanto yo seguía como numerario en mi Centro de Estudios, en el Colegio Mayor Santillana, y con los estudios y la oración procuraba llenar mis días y olvidarme de lo que tanto me aturdía. Tengo que decir que intenté ser un buen numerario: hacía mi plan de vida, apostolado, y mantenía mi lucha siempre en guardia. En mi charla fraterna siempre era “salvajemente sincero” salvo en “eso”, porque el que yo sintiera atracción hacía personas de mi mismo sexo, sabía que estaba muy mal visto por los de “casa”.

Yo mantenía siempre la guardia: me duchaba con agua fría, (luego me enteré que no había que ducharse, sino sólo estar un rato debajo del agua ofreciendolo por “las intenciones del Padre” y luego seguir con tu ducha con el agua normal. Claro, como no lo sabía, me lavaba hasta la cabeza con agua fría en pleno invierno y siempre pillaba unos gripazos que mi madre no sabía donde los cogía), guardaba siempre la vista (con chicos claro), rezaba el rosario, siempre estar ocupado: deporte, oración, estudio….

Una situación así, mantenida por mucho tiempo, acaba con cualquiera, gracias a Dios que yo soy un tipo fuerte, pero ya estaba harto de los típicos comentarios homófobos que oía en mi “casa”. Se suponía que la caridad y el amor al prójimo eran el primer mandamiento, ¿porqué los numerarios y el sacerdorte se comportaban con tantos prejuicios cuando se mencionaba este tema?. Una vez un numerario empezó a llevar al Centro a un chico. Respondía a los patrones: de buena familia, universitario, tenía mucha piedad, acudía a los medios de formación….. y de pronto dejó de venir por el Colegio. Yo pregunté por él, extrañado por su repentina ausencia. Me dijeron que habían recomendado que lo dejaran de tratar porque el chaval en cuestión había comentado al numerario que lo trataba, es decir, a lo que se suponía que era “su amigo” que “era homosexual”. Todo esto añadido con cometarios jócosos -para ellos claro está-. Me quedé alucinado, pensé en la falta de caridad que eso suponía, en la homofobia que demostraron con esa acción.

Así que poco a poco me fui desencantado de todo aquello, no eran tan estupendos ni amaban al próximo tanto como yo pensaba; el cura don Juan Luis O´Dogerthy, no hacía más que presionar para que llevaramos “amigos” al Colegio, y de pronto me veía tratando a gente, compañeros que humanamente no me interesaban en absoluto, que sólo me interesaba que fueran a la meditación, pero ellos me daban igual. Me vi usando algo tan bonito como es la amistad, algo que ellos desconocen por completo. Y me asusté de mi mismo, porque yo no era así. Veía a aquellos pobres chicos que yo llevaba al Colegio y a ese cura de infausto recuerdo diciendoles algo así “como que les proponía un plan imponente, imponente”, y repetía varias veces el adjetivo al final de la frase.

Se organizó una convivencia a un país europeo y yo fui de Subdirector. Llevaba a un pobre amigo mio, recuerdo que nos llamaron porque el Padre, don Alvaro, estaba en ese país, ya que venía de un viaje apostólico por Africa.

Como en ese país europeo no eran muchos, en la Tertulia estabamos cuatro gatos. ¡Qué gran alborozo para los españoles, tan fogosos y mediterráneos comparados con esos fríos europeos! en la tertulia no seríamos más de treinta personas. Y ahí estaba yo sentado a los pies de don Alvaro del Portillo (si él, se puso el “del” no seré yo quien se lo quite, por mucho que diga nuestro querido amigo Fisac). Recuerdo que fue muy cariñoso conmigo, me besó en las mejillas (¡¡¡a mi!!! ¡¡¡a un gay!!! claro que él no lo sabía, que si no….), me preguntó mi antigüedad en la Obra, y cuando dio la bendición final, la dio con las manos puestas sobre mi cabeza. Yo no hacía más que pedir al Espiritu Santo que en aquella bendición bajara sobre mi y me “extirpara” la homosexualidad. Pedía un milagro, y estaba seguro que se iba a producir: tenía fé, estaba en gracia, y el Espiritu Santo usaría a un hombre tan santo como era don Alvaro para “curarme” y así yo ser mejor cristiano.

Ahora, con los años y con la madurez alcanzada, todo aquello es bastante cómico, pero para un joven universitario sometido a aquella presión psicológica, todo aquello era vivido como una tragedia….. No tardé mucho tiempo en darme cuenta de que no estaba “curado”. Siento defraudar a los que rezan por la beatificación de don Alvaro, pues milagros en vida, no sé si hizo alguno, pero ese, desde luego que no.

Cuando llegué a mi Colegio ya en Madrid, leí la Carta que mensualmente mandaba el Padre a todos los centros, (no sé si seguirá ocurriendo eso), y me di cuenta que estaba firmada como siempre en Roma, a 1 de septiembre de aquel año, (fue unos años antes de fallecer él), y me di cuenta que ese día 1 de septiembre, él no había estado en Roma, sino conmigo dándome la bendición en otro país europeo, no precisamente muy cercano a Roma. Si la escribía él personalmente porque quería mucho a sus hijos-as y quería estar en contacto con ellos-as (versión oficial), porqué no estaba firmada donde realmente la había escrito (que no era Roma), a no ser que se las escribieran y firmaran por él. Parece una parida, pero me sorprendió mucho. Lo consulté y me dijeron que no, que el Padre era el que escribía las cartas y punto. ¿No era más sencillo decir, pues puede ser que haya dejado unas indicaciones escritas y las hayan redactado por él por si estaba de viaje? Pues no, no hubo más explicación, y si en esa cosa tan nímia eran tan intransigentes, imaginaros en todo lo demás.

Cuando me fui de la Obra tuve la oportunidad de conocer a varios numerarios y numerarias que también eran gays o lesbianas y que habían estado dentro, alguno de ellos hastas siete años. Otro, sin aceptar su orientación sexual, prefirió seguir con las mentiras en su vida y se casó. Me fui de la Obra sin ningún resentimiento hacia nadie. A las personas con poca madurez e inteligencia que traté prefiero olvidarlas, a las buenas, las recuerdo con afecto. Pienso que la Iglesia debe hacer acto de contricción sobre como trata a sus hijos homosexuales, comportarse como una Santa Madre y no como una madrastrona. Al Opus porsupuesto que le veo incapaz de someterse a semejante catarsis. Tengo entendido que actualmente, y dada la lógica normalización de estos temas en una sociedad cada vez más libre y avanzada, han tenido que realizar una especie de guía de uso para hacer frente a estos temas.

Actualmente soy una persona feliz, vivo con mi pareja en una relación de amor y respeto mutuo como cualquier otra pareja heterosexual, y apesar de la Iglesia sigo considerandome católico aunque vivo la religión con un mayor distanciamiento. Mi pareja, que procede de una familia de tradición laica y liberal, de absoluto respeto a los demás, sean como sean y piensen como piensen (eso sí es educar en libertad), se sorprende de como viví algo que fue tan natural para él. Respeta aunque no entienda que todavía ponga la “X” en mi declaración del IRPF a favor de la Iglesia, y siempre que cuando estamos viajando y yo quiero entrar en una Iglesia (el Espíritu Santo sopla donde quiere, decía en Camino San JoseMaria Escriva, me da pereza quitarle el “San”), me pregunta con curiosidad, por qué”hago esas cosas tan raras” cuando al pasar por el Sagrario hago la pertinente genuflexión ante el Santísimo.

Sé que la Curia actual está muy influida por el Opus, por eso veo con pocas esperanzas que la Iglesia se acerque a las conclusiones del documento “Personas homosexuales en la sociedad” del Concilio Católico holandés para la Iglesia y la sociedad, donde se afirma “que la moralidad de los actos homosexuales debe determinarse por los mismos principios generales que regulan el comportamiento heterosexual. Las expresiones homosexuales -continua el documento- son en si mismas neutras y su moralidad depende del hecho de que sean forma de expresión genuina de amor. Los homosexuales tienen el mismo derecho a la intimidad y a las relaciones que los heterosexuales. Como los heterosexuales , estan también obligados a aspirar en sus relaciones a los mismos ideales…. Las normas que rigen la morarilidad de la actividad homosexual son las mismas que gobiernan toda actividad sexual”. Para los obispos holandeses, el “género” sexualidad se realiza en dos “especies” la hetero y la homosexualidad, de las que la primera es mucho más frecuente que la segunda, pero los criterios de evaluación de ambos comportamientos dependen de la existencia de un amor fiel y exclusivo en que se vivan ambas relaciones.

Me uno al sacerdote jesuíta John McNeill en pedir una revisión de la doctrina católica sobre la homosexualidad (McNeill J, La Iglesia ante la homosexualidad, Grijalbo, Barcelona, 1979), donde afirma que en las conductas homosexuales “son aplicables las mismas reglas morales que se aplican a la heterosexualidad”, en las que el criterio decisivo es la existencia de fidelidad y estabilidad. Yo, procuro vivir según estos canónes, alejado de todo fanatismo que una vez estuvo en mi vida.

Creo que todos debemos aprender a vivir amando a los demás, y valorandoles según sean en su comportamiento ante los hombres, no dependiendo de a quien amen o con quien vivan su intimidad.

Quiero terminar si me permiten trascribiendo la experiencia que cuenta el personaje Joaquín en la novela “No se lo digas a nadie” del escritor Jaime Bayly:
“Lloraba porque no tenía ganas de decile a mi madre “tienes que entender que soy homosexual, mamá, siempre fui homosexual, probablemente cuando estaba en tu barriga ya me estaba haciendo homosexual, pero no por eso soy una mala persona, no por eso dejo de quererte…. si sólo pudieras entender que soy homosexual porque esa es mi naturaleza y porque yo no la puedo cambiar, y por favor, no veas mi homosexualidad como un castigo de Dios, no lo veas como algo terrible, porque no lo es, míralo más bien como una oportunidad de entender mejor a la gente, para entender que las cosas son más complejas de lo que a veces parecen, que las cosas no siempre son blancas o negras…..”


sábado, 18 de julio de 2009

Al norte de la Provincia de Santa Elena se encuentra Montañita, está playa lleva este nombre por su amplia vegetación.
“Camino para Montañita la playa larga desde Manglaralto”, dice una conocida canción de Hugo Idrovo, está playa ubicada, al norte de la Provincia de Santa Elena, obtuvo este nombre ya que está rodeada de cerros y vegetación al pie del mar, es un balneario turístico y sus olas son muy famosas perfectas para la práctica del surf, atrayendo a turistas nacionales y extranjeros para esta práctica.
En la década de los sesenta esta comuna se convirtió en punto de encuentro de los extranjeros, para luego esta se vinculó con el movimiento hippie, y en otras actividades alternativas para la diversión, descanso y el contacto con la naturaleza, Montañita aún conserva su estilo bohemio y rústico típicos de la costa ecuatoriana
En Montañita permiten el consumo de marihuana y otras sustancias, aunque en Ecuador ésta sea una práctica pública prohibida. El libre consumo y la relativa facilidad de comercialización de drogas por las que muchas veces es conocido este balneario se debe a varios factores principalmente relacionados a el importante flujo de dinero de turistas y consumidores que vienen atraídos por esta razón , cabe recalcar que la organización autónoma de los nativos ha tomado hace algunos años la decisión de tolerarla o permitirla siempre que no afecte la paz social del lugar.
Para las personas que practican el surf Montañita es el lugar preciso por la combinación de una ola derecha perfecta, arena dorada y vegetación tropical hicieron de este lugar un paraíso playero desde hace décadas, cuando ni siquiera se lo podía detectar en los mapas del País, se hizo conocer muy lentamente como una playa únicamente para correr tabla hawaiana, con sólo un par de rústicas casas de pescadores nativos de la zona y algún tablista en carpa.
Luego con el tiempo, Montañita comenzó a levantarse con casas de veraneo, pequeños hoteles y restaurantes rústicos, creado por guayaquileños y algunos extranjeros que se enamoraron de este lugar y quisieron establecerse en este lugar, el balneario es multicultural desde clases de surf hasta degustar de una pizza de camarones.
Las noches en Montañita son mágicas, cuenta con pequeñas discotecas con música variada y otros bares con música en vivo, para poder disfrutar de un trago muy cerca del mar. Te recomendamos dar un paseo por su feria de artesanos, quienes ofrecen productos de lo más variados; y si tienes suerte podrás apreciar sus espectaculares rituales de tambores y fuego, toda una experiencia.
En Montañita se pueden encontrar hospedaje desde hasta 50 dólares por noche, todos estos cuentan con agua, luz, en sus calles hay acceso al internet, cabinas telefónicas, cajeros automáticas, restaurantes, bares, lugares donde alquilar tablas de surf, entre los sitios hoteleros se encuentran Baja Montañita, Tikilimbo, Rosa Mística, La Barranca, Hanga Roa, Pakalora, Intiñan, Kundalini, entre otros.