Primeros siglos del cristianismo
En los primeros siglos del cristianismo se pueden encontrar varias parejas de santos que –algunos estudiosos– catalogan de homosexuales. En su mayoría surgen en las filas del ejército romano, para quienes el sexo con otros hombres era parte de su vida cotidiana. La mayoría de estas parejas fueron martirizados por los emperadores o sus gobernadores, pues consideraron su conversión al cristianismo como traición contra el imperio.
Entre estos mártires se encuentran: los oficiales romanos San Nearco y San Polieucto; los dos San Teodoros (oficiales romanos de diferente categoría, pero amantes al fin); San Felipe y San Bartolomé, y San Jorge y San Demetrio (quienes al menos artísticamente formaron pareja, aunque no existen referencias escritas de “algo más”).También se incluyen Santa Felícitas y Santa Perpetua, la primera esclava y la segunda noble romana, de las que se señala su gran masculinidad guerrera y su intrínseca unión sentimental.
En este artículo nos centraremos en San Sergio y San Baco, dos mártires cristianos del siglo III. Ellos eran altos funcionarios del emperador Maximiano, quien descubrió –por medio de una treta– que profesaban el cristianismo y los mando a matar. No sin antes torturarlos como reprimenda por haber traicionado su amistad y confianza.Se dice que la tumba de Sergio se volvió un lugar de culto, estaba ubicada en Resapha, en la actual Siria, que luego fue bautizada como Sergiopolis. Estos dos santos se convirtieron protectores del ejército bizantino.Muchas iglesias adoptaron el nombre de Sergio y algunas incluso junto con el de Baco.
En el gobierno del emperador Justiniano I a San Sergio se le veneró como patrono en Siria. Después, parte de las reliquias de ambos fueron trasladadas a la antigua catedral de Venecia.Durante la Edad Media, la relación afectiva de Sergio y Baco se presentó como una simple unión de hermandad y mutuo respeto.
En la actualidad se consideran a San Sergio y San Baco como los patronos de los homosexuales para de los cristianos ortodoxos, en contraste con San Sebastián, de los católicos.
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